Una Noche No Es Suficiente

Una novela que sin duda te llevara al limite de tus sentidos!!!

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  1. chelis
     
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    Caaaapiii
     
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  2. rosy1994
     
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    nuevo capi plis
     
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  3. chelis
     
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    ;);) caapiss
     
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  4. Alex_Bonita
     
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    Hola Cariños, yo estoy aquí dando señales de vida, antes de que piensen que fue raptada x los extraterrestres.... ok no el motivo de mi nueva ausencia (lo se no tengo perdón de Dios) es que me desmaye en el Gym y se me cayo una pesa con la que estaba trabajando provocándome otra vez una fractura de muñeca x lo que ahora debo usar una estúpida férula x dichos motivos he tomado la decisión de cancelar temporalmente "El Juego Perfecto" ya que es la nove que más modificaciones sufre asi que solo podre postear esta y la otra okas!!! además de que se vinieron las vacaciones y demás siento no haber podido subir capis antes soy una pésima escritora lo se, en fin...... Bienvenidas las Nuevas Lectoras como ya se los he dicho durante mucho tiempo siéntete como en casa!!!! Chicas saben que las Mega Quiero!!! Kissitos!!!

    Capitulo 51

    Nicholas se dirigió directamente a su oficina sin ir a su casa para cambiarse de ropa. No tenía que hacerlo. Sus vaqueros y su camiseta le servían perfectamente para la operación que tenía pensada para aquel día: recuperar su vida.

    Entró en su despacho con solo diez minutos de retraso, pero lo importante del caso era que nunca había llegado tarde antes.

    Jack Lansky, uno de los comerciales, salía para acudir a una cita.

    —Hola, Nicholas. ¿Es que los viernes se viene a trabajar en ropa de sport? —comentó, al verlo en vaqueros y camiseta.

    —No. Es que no he tenido tiempo para cambiarme. Que tengas un buen día, Jack —le dijo, con una sonrisa, tratando de no pensar que lo iba a abandonar a él, a su esposa y a sus dos hijos con un nuevo propietario. El lunes, todo sería diferente.

    Rhonda estaba al teléfono, tratando de ocuparse de tres líneas. Le entregó un montón de mensajes y lo miró de arriba abajo antes de volver a centrar su atención en las llamadas.

    —Quiero que vengas a verme cuando termines —le dijo.

    Ella asintió y siguió hablando por teléfono.

    Cuando entró en su despacho, lo miró como si lo viera por primera vez. La pequeña habitación parecía estar repleta de cosas: papeles, prensa, libros, cajas… Había habido una vez en la que había adorado aquel despacho. Ya no.

    Sintió que necesitaba escapar de aquella caja en la que se había metido. Fuera lo que fuera lo que ocurriera con _______, no deseaba seguir llevando aquella vida. Sabía que sus empleados se sentirían desilusionados si vendía la empresa. Afectaría a sus vidas, pero sentía que, si no salía de aquella trampa, se volvería loco.

    —¿Querías verme?

    Cuando se dio la vuelta, vio que Rhonda estaba en la puerta, con un cuaderno y un bolígrafo en la mano. Tenía una expresión de curiosidad en el rostro.

    —Sí. Siéntate. He tomado una decisión y quiero que tú seas la primera en saberlo —dijo mientras tomaba asiento detrás de su escritorio. Como se sentía aprisionado, se levantó y fue a sentarse encima de la mesa.

    —Si has decidido imponer unas nuevas normas de vestir, he de decirte que yo no tengo tipo para llevar vaqueros y camiseta. Podría hacer que me imprimieran el logotipo de la compañía en un jersey, pero…

    —Voy a vender Mercury.

    —¿Por qué? —preguntó Rhonda, muy sorprendida.

    —Porque, lentamente, me está matando. Mi vida entera está controlada por esta empresa. No puedo escapar ni un solo momento. Es de locos.

    —Yo solo soy una secretaria, así que seguramente no debería darte mi opinión…

    —Eres mucho más que una secretaria y lo sabes. No espero que te alegre mi decisión, pero ya está tomada. No puedo vivir así.

    —Ni yo creo que debieras hacerlo.

    —¿No? —dijo Nicholas, sorprendido.

    —No. ¿Cuántos años tienes? A tu edad, la mayoría de los hombres ya tienen o están buscando esposa e hijos. Hasta que apareció _______, ni siquiera habías tenido una novia formal. Creo que has invertido demasiado tiempo en esta empresa y demasiado poco en tu vida personal, pero, como no era asunto mío, guardé silencio.

    —¿No te importa que venda? Ya sabes que no puedo garantizar que los nuevos propietarios…

    —Claro que me importa. Creo que es una estupidez, si no te importa que te lo diga tan claramente.

    —Acabo de explicarte que estoy harto de esto, de que me llamen día y noche…

    —¿Y quién tiene la culpa?

    —¿Qué quieres decir con eso de quién tiene la culpa? —repitió él, sin poder reprimir una carcajada—. Si se tiene un negocio, hay que invertir muchas horas en él. Muchos de mis clientes, en especial los que llevan con nosotros desde el principio, esperan que me ocupe de sus problemas personalmente. Si no lo hiciera, hay muchas posibilidades de que se sintieran muy ofendidos y se marcharan a otra empresa. Mercury terminaría pagando las consecuencias.

    —Ahora que has terminado, Nicholas, voy a hacer un ejercicio de lógica en el que voy a sacar como conclusión que vas en serio con _________ y que quieres pasar más tiempo con ella. ¿Tengo razón?

    —Sí, pero esa no es la única razón que me empuja a tomar esta decisión. Estar con ella me ha ayudado a darme cuenta de lo que tenía que hacer para recuperar mi vida.

    —¿Le has dicho que eres el dueño de esta empresa? —preguntó Rhonda. Nicholas asintió—. Es un comienzo. ¿Le dijiste también que pensabas venderla?

    —No. Seguramente le daría un ataque.

    —Y con razón. Ninguna mujer quiere terminar con un hombre tan débil. Por supuesto, si estás decidido a vender la empresa, estás en tu derecho, pero antes de que lo hagas, me gustaría hacerte una sugerencia. Es decir, si te interesa escucharla.

    —Quiero comprarme una cabaña y pasarme allí la mayor parte de mi tiempo —dijo Nicholas—. Eso te dará idea de lo decidido que estoy.

    —Muy bien. ¿Por qué no? Deja que sea yo quien dirija la empresa.

    Nicholas la miró atónito. Entonces, trató de pensar en la manera de decirle que aquello no funcionaría sin herir sus sentimientos.

    —Mira, Rhonda, eres una mujer inteligente y capaz y haces un trabajo fantástico. Estoy seguro de que te ocuparías de todo tal y como yo lo haría, pero conozco a los tipos como George Ullman. Están acostumbrados a tratar conmigo.

    —Y a ti se te da muy mal delegar en otras personas —replicó ella, en absoluto dolida por aquellas palabras.

    —Es cierto.

    —¿Te gustaría aprender a hacerlo?

    —Es demasiado tarde para eso. He condicionado a esos clientes para que esperen que sea yo el que se ocupe de todo. No creo que podamos cambiar su actitud a estas alturas.

    —Yo creo que sí. ¿Vas en serio con ________?

    —Sí —contestó, sin dudarlo.

    —¿Tan en serio como para casarte con ella?

    —Sí, pero no sé si ella es de la misma opinión.

    —No importa. Has creado un negocio de la nada, así que estoy segura de que conseguirás a esa chica si es lo que deseas. De todos modos, aquí está la estrategia. Cuando estés comprometido, y yo te quitaré todo el trabajo posible para que puedas dedicarte a la boda, e invitarás a ella a los clientes más antiguos.

    —No lo entiendo.

    —Esas personas se han aprovechado de ti porque tú se lo has consentido y porque saben que estás soltero y nunca has demostrado deseo de tener vida privada. Te tratan casi como a un miembro de su familia. ¿Me equivoco?

    —Supongo que no.

    —Por eso, debes hacer que formen parte del acontecimiento más feliz de tu vida, explicarles que te has convertido en un hombre de familia que necesita pasar tiempo con su esposa y, tarde o temprano, con tus hijos y que, por lo tanto, vas a delegar gran parte de tus responsabilidades en mi. Se alegrarán mucho por ti y se implicaran en tu éxito.

    —Es una idea brillante —dijo Nicholas, con admiración—. Estoy empezando a comprender por qué tienes unos hijos tan maravillosos.

    —Entonces, ¿te gusta mi plan? A cambio, quiero un buen aumento, ¿sabes?

    —Tú dirás, pero ¿estás segura de que quieres tanta responsabilidad? Es muy duro.

    —Sí, pero, al contrario que tú, yo sé delegar en otras personas. No creerás que yo me paso la vida cocinando y limpiando mientras mis hijos ven la televisión, ¿verdad?

    —Supongo que no —comentó él, riendo.

    —Ahora, como mis hijos ya son mayores, no tengo que ocuparme de ellos. Si no me dejas hacer esto, tal vez tenga que empezar a dar clases de punto de cruz, y yo odio coser. Siempre me pincho.

    —En ese caso, déjame que te salve de una vida dedicada a las agujas… Bueno —añadió, mucho más serio—, todavía no sé si ________quiere casarse conmigo…

    —Eso no me preocupa. Sería una estúpida si te rechazara. Y, si necesitas una excusa para acercarte a las oficinas de Traynor y Sizemore, Linda, la recepcionista del bufete, me ha llamado porque tiene un pequeño problema en el sistema. Podrías enviar a Ralph, pero tal vez quieras ocuparte tú mismo del problema.

    —Gracias. Creo que lo haré.

    ________ estaba haciendo todo lo que podía para concentrarse en su trabajo, pero, o se ponía a pensar en Adam y se le revolvía el estómago, o en Nicholas y el cuerpo comenzaba a vibrarle. A continuación, volvía a pensar en Ada, y volvía a sentirse culpable.

    Tal era su falta de concentración que le pareció escuchar la voz de Nicholas en recepción. No. No era su imaginación. Era real.

    El corazón comenzó a latirle a toda velocidad. A los pocos segundos, él apareció en la puerta, con su cinturón de herramientas alrededor de la cintura. Sin embargo, al contrario de lo que ella esperaba, la expresión de su rostro era neutra y profesional.

    No obstante, al fijarse en sus ojos vio que brillaban de excitación, al igual que seguramente lo estaban haciendo los suyos. Esperó que nadie pasara por delante de la puerta abierta del despacho.

    —Perdona —dijo—. ¿Puedo interrumpirte? Tengo que echarle un vistazo a tu teléfono…

    —Muy bien —respondió ella, ahogando una carcajada.

    —Bonitas flores —comentó, mientras avanzaba por la habitación.

    —Gracias.

    —La recepcionista tenía un problema con la electricidad estática de su teléfono, así que pensé que era mejor que los comprobara todos, por si acaso.

    —¿Te ha llamado Linda?

    —Llamó a Rhonda. Sorprendente, ¿verdad?

    —Sí —respondió. Efectivamente, resultaba algo extraño que el teléfono de Linda se hubiera estropeado tan convenientemente.

    —¿Has tenido tú algún problema?

    —Con la electricidad estática no…

    —¿Pero sí con otras cosas? —le preguntó él, mirándola fijamente a los ojos.

    —Sí.

    —¿Puedes describírmelos? —preguntó mientras utilizaba un destornillador para abrir la parte inferior del teléfono.

    —Tengo un deseo… persistente…

    —Entiendo —comentó él. Entonces, tomó un tornillo entre los dedos y se lo extendió hacia ella—. Tal vez necesitas uno de estos —añadió. ________ trató de camuflar las risas con toses—. Yo podría darte uno durante tu hora del almuerzo…

    —Es una oferta muy tentadora —dijo ella, a pesar de lo mucho que le apetecía. No podía perder más tiempo; tenía mucho trabajo atrasado por haber estado soñando con él toda la mañana—, pero hoy voy a almorzar aquí, sobre mi escritorio.

    —Es una pena… aunque he de decir que tienes un escritorio magnífico —susurró él.

    —Creo que es mejor que termines con mi teléfono… o nos vamos a meter los dos en un buen lío.

    —Lo sé. ¿Estás segura de que no puedes escaparte?

    Antes de que ________ pudiera contestar, Mildred llamó a la puerta del despacho, que seguía abierta.

    —¿Tienes un minuto para que podamos sacar ideas para la apelación de Palmer?

    —¡Claro… claro que sí, Mildred! Entra, por favor.

    —Yo terminaré enseguida —anunció Nicholas.

    —No hay problema —dijo ________, tratando de utilizar un tono normal de voz, a pesar de que Mildred ya conocía su relación con el hombre de Mercury Communications. No le haría falta mucha imaginación para darse cuenta de que era Nicholas.

    —Bueno, este teléfono está bien —comentó, tras colocarle de nuevo todos los tornillos—. También tendré que revisar el suyo —añadió, dirigiéndose a Mildred—. Tal vez sea mejor que lo haga ahora, mientras está usted aquí hablando con la señorita __________. Así no la molestaré.

    —Gracias —respondió Mildred, mirándolo con evidente interés—, aunque creo que el mío está bien.

    —Probablemente, pero nunca viene mal asegurarse. Por cierto, me encanta ese cuadro que tiene en la pared, señorita _________ —añadió, antes de marcharse.

    _________, con gran esfuerzo, trató de no sonrojarse. Como pudo, luchó por centrarse en la apelación de Palmer.

    —Creo que el modo de presentarlo es…

    —Es guapísimo, __________. He de confesar que no he venido aquí a hablar del caso de Palmer. Me había enterado de que había alguien de Mercury comprobando los teléfonos y me dio la sensación de que podría ser tu chico. No me pude resistir.

    —No quiero que lo sepa nadie más…

    —Lo sé y te prometo que no diré nada, pero no entiendo cómo vas a poder dejarlo por Adam. Comparado con este hombre, Adam es tan excitante como observar el crecimiento de un cactus. Además, le gusta ese cuadro tan sexy…

    —¿Crees que es sexy? —preguntó ___________, atónita.

    —Claro, pero es sutil. Un hombre como Adam no tendría la imaginación necesaria para apreciarlo. Ni para apreciarte a ti, ya que estamos. Bueno, creo que ya me he metido demasiado en tus asuntos por hoy.

    —Gracias por guardarme el secreto, Mildred.

    —De nada. Nunca me han gustado los cotilleos de oficina —dijo. Con eso, se marchó.

    ________ no pudo ponerse a trabajar sabiendo que Nicholas estaba en el bufete, aunque tampoco quería que se marchara. Al cabo de unos minutos, volvió a pasar por delante de su puerta. Le hizo un saludo al estilo militar y desapareció en dirección a la recepción. Después de charlar unos instantes con Linda, se marchó.

    El resto del día pasó muy lentamente. Por fin, llegó la hora de apagar el ordenador. Recogió sus cosas y, tras tomar su bolso, salió de su despacho para dirigirse al aeropuerto a recoger a Adam.

    Desgraciadamente, el avión iba a llegar con una hora de retraso. Se la pasó caminando de arriba abajo sin dejar de comprobar los monitores. Para cuando se anunció que el avión había aterrizado, tenía los nervios destrozados y seguía sin encontrar el mejor modo de decirle lo de Nicholas.

    Quería contárselo inmediatamente, a pesar de que sabía que no sería muy considerado por su parte después del largo viaje de Adam. Seguramente llegaría cansado y somnoliento por la diferencia horaria. Tal vez debería darle la oportunidad de que se relajara un poco antes de darle la noticia.

    Cuando lo vio aparecer, sintió que se le hacía un nudo en el estómago. A pesar de las largas horas en el avión, tenía un aspecto sorprendentemente fresco. Iba muy bien vestido, como siempre, y llevaba su maletín en una mano y el abrigo que había utilizado en Suiza en la otra. Al llegar a su lado, le dio un fuerte abrazo.

    —¡Estás estupenda! —exclamó—. ¿Te has cambiado el color del cabello o algo así?

    —No, nada —respondió ella. Esperaba que siguiera hablando y que no tratara de besarla—. Venga, vamos a por tu equipaje. Luego, pararemos en algún sitio a tomar algo. Estoy segura de que tendrás hambre.

    —No especialmente —dijo, antes de darle un duro beso en los labios—. Solo tengo ganas de que me cuentes qué tal te ha ido.

    Al menos el beso no había sido largo. Se dio cuenta en aquel momento de que, en realidad, nunca le había gustado besar a Adam. Lo había hecho porque era lo que se esperaba de ellos. Eran besos previsibles, que terminaban rápidamente. Sin embargo, Nicholas… No. No debía pensar en aquel momento en él.

    —¿Ha ido bien tu viaje? —preguntó ella, mientras se dirigían a recoger el equipaje de Adam.

    —Muy bien. Creo que Emory y Cecil estarán contentos —comentó. Siempre llamaba a Traynor y a Sizemore por sus nombres de pila.

    Cuando llegaron a la cinta transportadora del vuelo de Adam, el equipaje no había llegado aún. Eso los dejó allí de pie, sin hacer nada, lo que hizo que _______se sintiera muy nerviosa. Sin nada que hacer, tenían que hablar. Sabía que había llegado la hora de la verdad, pero tenía miedo.

    —No me puedo creer lo fantástica que estás. ¿Te has apuntado a un gimnasio esta semana?

    —No…

    —Parece que vamos a estar aquí un rato —comentó Adam mientras la estrechaba entre sus brazos—, así que venga, no me tengas más en ascuas. Sé que tu contrato de alquiler está a punto de terminar así que creo que es mejor que lo hagas oficial y me digas que te vas a venir a vivir conmigo.

    —Hay algo que debo decirte —dijo ella apartándose de su lado.

    —Lo sé —replicó él—. No tengas miedo. Lo queremos y necesitamos —añadió.

    _______ tragó saliva.

    —Mientras estabas fuera, tuve una aventura.



    Capitulo 52

    _________ se preparó para ser testigo de la incredulidad de Adam, de su ira o de su enojo. Entonces, se quedó atónita al comprobar que tenía un cierto brillo en los ojos.

    —¿Y por eso has estado tan tensa desde que nos hemos reunido? ¿Por una estúpida aventura?

    —Intento decirte que no puedo vivir contigo por…

    —¿Porque te has divertido un poco mientras yo estaba fuera? No seas ridícula. Yo hice exactamente lo mismo —confesó, para asombro de _________—. No pongas esa cara tan sorprendida. Después de todo, tú fuiste la que decía constantemente que nuestra relación no era exclusiva, pero me imaginé que lo sería cuando yo regresara. Como se me presentó la oportunidad, pensé: ¿Por qué no?

    Estaba atónita. Adam había hecho precisamente lo mismo que ella, aunque su aventura no habría puesto su mundo patas arriba como le había ocurrido a ella, dado que, si no, no se habría mostrado tan dispuesto a comprometerse.

    —Mira, no sé lo que ocurrió en Suiza ni quiero saberlo, pero, en mi caso, he descubierto que no
    estoy preparada para irme a vivir contigo, ni para comprometerme ni para nada más.

    —Claro que lo estás —afirmó él, agarrándola de los hombros y mirándola a los ojos con expresión benevolente.

    —No. Ya no.

    —Venga, no hagamos de esto un melodrama. Tenemos un gran futuro por delante. Los dos nos hemos pasado un poco durante unos pocos días. ¿Y qué? Estoy seguro de que es saludable.

    —Adam, ¿tú me amas? —le preguntó ella, sin poder evitarlo, al ver que no parecía estar tomándola en serio.

    —¿Quieres la verdad? —replicó Adam.

    —Por favor.

    —Nunca he estado muy seguro de lo que significa eso de enamorarse de alguien. Me gusta estar contigo y creo que serás una buena esposa y madre. Les caigo bien a tus padres y estoy seguro de que tú les caerás bien a los míos cuando te lleve a Connecticut para conocerlos. Somos la elección lógica para el otro y yo estoy dispuesto a pasar mi vida a tu lado. ¿Es eso amor? No lo sé.

    —Yo sí lo sé. Eso no es amor, Adam, y has descrito exactamente lo que yo siento por ti, a excepción de lo de pasarme la vida a tu lado.

    —Mira, sé que nuestra vida sexual no ha sido muy apasionada últimamente. Me he dado cuenta después del viaje a Suiza. Seguramente tú has ampliado tu repertorio al igual que yo. Resulta mucho más fácil hacerlo con una completa desconocida. Además, pensar que has estado con otro hombre me excita. Sinceramente, creo que podemos…

    —¿Cómo puedes decir que te gusta el hecho de que yo haya tenido una aventura? Es asqueroso.

    —No he dicho exactamente que me gustara. Estoy intentando sacar lo positivo de esta situación —replicó Adam, como futuro buen político.

    —Claro que lo has dicho. Dijiste que te excitaba…

    —En ese caso, tal vez sea porque soy algo más sofisticado que tú —le espetó, con altivez—. En algunos círculos…

    —Solo porque yo haya tenido una aventura no significa que me quiera mover en esos círculos,
    pero el hecho de que estés hablando de ello me indica que podría haberme visto obligada a hacerlo para encajar en el perfecto futuro que me has descrito… —repuso, pensando que Adam tal vez no necesitara fantasías para excitarse sino algo mucho más concreto, como los tríos o los cambios de parejas.

    —¿Sabes una cosa? Siempre has tenido algo de provinciana, _______, pero esperaba que, con el tiempo, consiguieras pulirte lo suficiente. Aparentemente, me he equivocado.

    —Igual que, aparentemente, yo me había equivocado sobre ti. Creía que solo eras aburrido.
    Ahora veo que eres también algo retorcido. Y, para que conste, a mí no me excita en absoluto saber que te divertiste en Suiza.

    —Evidentemente, aunque, si tú no me hubieras dado tu noticia, yo nunca te lo habría contado.
    Me daba la sensación de que no podrías asimilarlo.

    —Mira, Adam —dijo ella, deseando alejarse de él lo más rápidamente que le fuera posible—, creo
    que es mejor que esperes tú solo tu equipaje. Iré por mi coche y lo llevaré a la puerta.

    —No te molestes —le espetó él—. Tomaré una limusina.

    ________ lo miró, atónita de que hubiera podido imaginarse una vida a su lado, aunque se alegraba de haber tenido aquella conversación con él en aquel momento que diez años más tarde.

    —Muy bien. Adiós, Adam.

    —Adiós, _________.

    Ella se dirigió hacia las puertas automáticas que llevaban al aparcamiento. Antes de atravesarlas, se dio la vuelta solo para ver si él la estaba observando. Seguramente se sentiría algo triste por lo ocurrido… Sin embargo, si era así, no lo demostraba. Ya estaba hablando y riéndose con una atractiva morena que parecía encantada de contar con su atención.

    Aunque Nicholas había dejado el móvil encendido por si ________ lo llamaba a ese número, decidió no salir de su piso por si ella lo buscara. Incluso podría ser que tuviera suerte y que fuera a verlo. No quería ni pensar que estaba con Adam. Lo odiaba mucho más de lo que había imaginado. Aunque se decía que jamás podría ocurrir, se torturaba con imágenes en las que
    _______ decidía quedarse con él. Si lo hacía, aquella noche ellos… No. Era impensable.
    No hacía más que pasear de arriba abajo de su apartamento, comiendo patatas fritas y bebiendo un refresco de cola. Cuando llegaron las nueve, era un completo desastre, lleno de cafeína, de azúcar y de sal. Ya no tenía duda alguna de que ________ estaba en el piso de Adam, completamente desnuda. Si aquello estaba ocurriendo, era mejor que se pasara a la cerveza.

    Emborracharse sería el mejor modo de enfrentarse al problema…

    El sonido del timbre lo sobresaltó. Fue corriendo a abrir a puerta, sin dejar de rezar para que fuera ________ la que llamaba. Así era. Seguía llevando el traje gris que se había puesto en la cabaña aquella mañana.

    —Gracias a Dios —dijo—. No tienes ni idea de lo que estaba pensando. Entra, por favor.

    —Gracias —susurró. Entró directamente al salón y miró a su alrededor—. Menos mal que sé que
    eres el dueño de Mercury. Si no, diría que estás viviendo por encima de tus ingresos.

    —¿Te apetece tomar algo? ¿Qué ocurrió? ¿Se disgustó? ¿Le…?

    —Sí —concluyó ella, al tiempo que se acercaba a él para abrazarlo—. Adam y yo hemos
    terminado —añadió. Lleno de felicidad, Nicholas la abrazó con todas sus fuerzas. Se sentía muy
    feliz —. Habría venido antes, pero tenía que pasar por casa de mis padres.

    —¿Se lo has dicho a ellos?

    —Les dije que había roto con Adam, pero no les di detalle alguno del por qué. Mi madre cree que
    soy una estúpida.

    —¿Y qué sabe tu madre? —preguntó Nicholas, estrechándola un poco más contra sí.

    —Más de lo que piensas. Sospecha que he conocido a otro hombre y que esa es la razón de que
    le haya costado localizarme.

    —Pero tú no se lo has confirmado, ¿verdad?

    —No. No admití nada. Lo más interesante de todo vino de mi padre. Resulta que ha estado
    tratando de sentir simpatía por Adam solo porque creía que me gustaba y por el entusiasmo de mi madre, pero nunca le ha caído muy bien. ¡Oh, Nicholas! Estuve tan cerca de cometer un error…

    —Pero no lo hiciste. Supongo que Adam se disgustó mucho…

    —Eso es lo más raro de todo. Le pareció muy bien que me hubiera acostado con otro hombre. Él hizo lo mismo en Suiza. Creo que pensar en mí con otro hombre lo excitaba. Odio pensar lo que podría haber sido nuestra vida en común. Tal vez a mí me vayan las fantasías, pero no ese tipo de cosas…

    —Lo sé. ¿Te apetece algo de comer o de beber?

    —No. Cené en casa de mis padres antes de marcharme.

    —En ese caso, solo me queda una cosa que ofrecerte…

    —¿Qué? —quiso saber ella, con una sonrisa.

    —Donuts…

    —¿Dónde? —replicó ella, inmediatamente. Nicholas no se lo tenía que pedir dos veces. Él se echó
    a reír.

    —Eres la única mujer que conozco que no asumiría inmediatamente que subiríamos al dormitorio.

    —Los dormitorios están bien —susurró, recordando la vez que lo habían hecho en una cama en la
    cabaña. De repente, se sintió toda cálida y líquida por dentro.

    —¿Qué te parece si te enseño la casa y tú decides dónde?

    —De acuerdo. Parece divertido.

    —Muy bien. Este es mi salón —comentó, señalando a su alrededor—. No sé si te has dado cuenta, pero el sofá es muy grande y se puede disfrutar del sexo sobre él…

    —¿Lo sabes por experiencia? —preguntó, algo celosa de que lo hubiera hecho allí con otra mujer.

    —Sé que puedo colocar la cabeza encima del reposabrazos y que tú me podrías montar sin problemas… Si lo que me estás preguntando es si lo he probado, la respuesta es «no». Ya sabes que, últimamente, no he tenido vida personal por mi trabajo.

    —Y ahora, tu vida personal está estropeando tu trabajo —dijo ella, llena de culpabilidad, recordando su actitud y el modo en el que ella podía distraerlo.

    —No. En absoluto —replicó, mientras la ayudaba a quitarse la chaqueta—, pero podremos hablar de eso más tarde. En resumen. Opción A: el sofá —añadió, antes de darle un beso.

    Eso sí que era un beso. Cuando los labios de Nicholas la tocaban, era el comienzo de algo especial, de algo que despertaba su más íntimo deseo y la llevaba a desear quitarse la ropa y
    hacer el amor con él…

    —Sexo en el sofá —murmuró él—. ¿Te apetece?

    —Sí.

    —Pero si aún no has tenido la oportunidad de considerar la mesa de la cocina, la encimera, la escalera, el jacuzzi o…

    —¿Tienes un jacuzzi?

    —Sí. Arriba, en el cuarto de baño. ¿Quieres subir a verlo?

    —Claro que sí. De hecho, no sé ni dónde empezar.

    —En ese caso, pleguémonos a la tradición y empecemos con la cama. Tengo el cajón de la mesilla de noche lleno de preservativos. A partir de ahí, podremos variar.

    —Me da la sensación de que me va a encantar este apartamento…

    —Cuento con ello. Subamos mientras aún puedo caminar.

    Subir las escaleras les llevó un rato, porque Nicholas se detenía a cada paso para besarla y para
    ayudarla a despojarse de una prenda o para quitársela él. Cuando llegaron al dormitorio,
    ________ estaba en braguitas y él con los vaqueros y los calzoncillos.

    Muy pronto comenzaron a retozar en la cama, que era enorme, y _______ ya no fue consciente de nada más que de sus caricias, sus besos y lo que más necesitaba de todo, la firmeza de su pene. Alcanzó el orgasmo casi inmediatamente y él la siguió poco después, murmurando su nombre y temblando entre sus brazos.

    El sexo entre ellos era magnífico, pero decidió que, en algún momento, tendría que empezar a controlar aquella desenfrenada pasión. Si no lo hacía, sus vidas serían un caos. Tal vez él estaba dispuesto a rendirse completamente a la aventura, pero ella no. A pesar de la decepción con Adam, seguía necesitando un hombre sensato en el que pudiera apoyarse. Al igual que le ocurría a su padre con su madre, necesitaba un compañero que la ayudara a controlar sus impulsos. Le gustaba estar con Nicholas, pero se parecían demasiado. Algún día, tendría que dejarlo, aunque no en aquel momento. El fin de semana se extendía ante ellos ofreciéndoles infinitas posibilidades en aquel apartamento. Se dejaría llevar por su pasión un poco más. Solo un poco más.

    —No te muevas —susurró Nicholas, antes de levantarse de la cama—. Volveré enseguida.

    —¿Vas a llenar el jacuzzi, por casualidad?

    —Puede que sí. Nunca he utilizado ese jacuzzi del modo en que tú crees que debe utilizarse.

    —Mmm… —ronroneó ella. Se sentía de nuevo muy excitada—. En lo que se refiere al sexo en un jacuzzi, soy virgen, así que serás tú el que me tenga que mostrar las cuerdas.

    —¿Cuerdas? —repitió Nicholas, con una sonrisa en los labios—. ¿Has dicho cuerdas?

    —Ve al cuarto de baño y abre el grifo del agua caliente…

    —A su servicio, mi lady. Los chorros de agua que producen orgasmos estarán en funcionamiento en breve.

    Rápidamente, Nicholas desapareció por la puerta del cuarto de baño. A los pocos segundos, se escuchó el chorro del agua, acompañado por los silbidos de él. _______ sonrió. Enseguida, Nicholas regresó al dormitorio y se tumbó en la cama al lado de ella.

    —Tarda un rato en llenarse, pero es entonces cuando comienzan a funcionar los chorros. Eso es lo quiero para que goces. Nos quedaremos aquí un rato.—Estoy encantada de tenerte a ti.


    —No, soy yo el que está encantado de tenerte aquí. En serio.

    —Yo no tengo ningún plan en particular para el fin de semana, pero tal vez tú…

    —Si estás preguntándome si puedes pasar el fin de semana conmigo, la respuesta es que me encantaría.

    —Sin embargo, no hago más que pensar en tu trabajo. Antes dijiste que no habías tenido vida personal por tu empresa, y eso significa que has estado trabajando noches y fines de semana. No comprendo cómo puedes dejar de hacerlo de repente.

    —Porque lo he resuelto.

    —¿Cómo?

    —Tengo que darte las gracias a ti por hacer que me diera cuenta. Al principio, iba a vender la empresa…

    —¡Dios mío! ¡No!

    —Tranquila. Ya no la vendo. Rhonda, que es mucho más que una simple secretaria, pensó el plan perfecto. Voy a dejar que ella se ocupe prácticamente de la empresa para que yo pueda tener una vida privada.

    —Eso parece demásiado sencillo —dijo _______, frunciendo el ceño—. Si puedes hacer eso, ¿por qué no se te había ocurrido antes?

    —Acabas de hablar como una abogada. La razón es porque no se me da muy bien delegar en otras personas, lo que significa que la mayoría de los clientes esperaba que me ocupara personalmente de ellos. Temía que hubiera algunos que abandonarían la empresa si dejaba de hacerlo.

    —¿Y qué ha cambiado?

    —Tú —susurró, antes de inclinarse sobre ella para besarla—. La posibilidad de poder pasar más tiempo contigo me hace estar deseando aprender a delegar. Además, Rhonda ha pensado en un modo para conseguir cambiar la mentalidad de mis clientes.

    —¿De qué se trata?

    —Bueno, hasta ahora me han visto como un tipo soltero, sin vida privada. Sin embargo, si se dan cuenta de que voy en serio con alguien, si saben que tengo otras obligaciones aparte del trabajo…

    —Nicholas, ¿qué estás tratando de decirme? —preguntó. Algo le decía que no le iba a gustar la
    respuesta.

    —Bueno, no quería decírtelo así. Quería que todo fuera muy romántico y no comenzar así un momento especial…

    «Va a pedirme que me case con él», pensó ________, incorporándose presa del pánico.

    —Escúchame. Tenemos que dejar algo muy claro. El sexo ha sido fantástico, pero eso no significa que esté dispuesta a transformarlo en un compromiso permanente.

    —Has dejado a Adam y has venido aquí —dijo él, incorporándose también con un gesto duro en el rostro—. Acabas de decir que quieres pasar el fin de semana conmigo…

    —¡Lo sé! Sin embargo, nunca hubiera creído ni en un millón de años que tú querrías casarte.

    —¿Y por qué no?

    —Porque… porque… ¡Los casados no tienen aventuras sexuales como las nuestras, Nicholas! ¿Qué quieres? ¿Estropearlo todo?



    Capitulo 53

    —A ver si lo entiendo —dijo Nicholas, atónito—. ¿Estás diciendo que no quieres casarte conmigo porque soy demasiado bueno en la cama?

    —Sé que suena ridículo, pero piénsalo…

    —¡Es tan ridículo que ni siquiera puedo pensarlo! ¿Cómo puede ser que no quieras que nos pasemos el resto de nuestras vidas disfrutando de un sexo tan maravilloso? ¿Se puede saber qué tiene eso de malo?

    —¿Has oído lo que acabas de decir? ¿Crees que eso deja sitio para las cosas verdaderamente importantes, como cuidar de los hijos, ganarse la vida…? ¿Es que no te das cuenta? Nos parecemos demasiado. Cuando estamos juntos, nos convertimos en un par de niños que se animan el uno al otro para pasarse todo el tiempo jugando. ¿Quién de los dos sería el sensato, el que dijera que es suficiente y pusiera la comida en la mesa?

    —¡Estoy seguro de que sabríamos cómo hacerlo! No dejaríamos que nuestro mundo se fuera a la mierda solo por el sexo. Estaríamos al tanto de las cosas y…

    —¿De verdad? Entonces, ¿por qué se te está rebosando el agua del jacuzzi? ¿Cómo ha ocurrido eso?

    —¡Maldición!

    Nicholas se dirigió al cuarto de baño, caminando sobre la moqueta húmeda y salpicando sobre los charcos para poder ir a cerrar los grifos, que estaban abiertos al máximo. A continuación, cubrió el suelo de toallas para que absorbieran el agua. ¿Cómo podía ser posible que todo se hubiera estropeado en tan pocos minutos? Lo que _______ le decía no tenía ningún sentido, pero aún no había terminado con la discusión.

    —Muy bien —dijo, mientras salía del cuarto de baño—. Evidentemente, hemos tenido una falta de comunicación, pero… ¿te estás vistiendo?

    —Sí. Creo que será mejor que me vaya a casa.

    —Habla por ti misma. Yo estaba pensando en un fin de semana de escándalo.

    —Exactamente. Eso es lo que ocurre cuando estamos juntos. Es un escándalo.

    —Se suponía que era algo bueno… —replicó él. Rápidamente, agarró los pantalones del suelo y se los puso—. Disfrutar el uno del otro —añadió, mientras salía del dormitorio detrás de ella abrochándose los botones por el camino.

    —Hasta cierto punto. Nunca he conocido a ninguna pareja tan salvaje como nosotros —comentó ella, poniéndose el sujetador cuando lo encontró en la escalera.

    —Estoy seguro de que perderemos algo de intensidad a medida que vaya pasando el tiempo.

    —Eso creía yo que ocurriría cuando Adam hubiera quedado al margen —añadió, mientras se colocaba la blusa—, pero nada. Esta noche creo que te deseo todavía más…

    —¡Un momento! Está bien. Quieres que uno de nosotros sea el responsable en esta relación. Yo lo seré y no te imaginas lo responsable que voy a ser…

    —No —repuso ella. Encontró los zapatos al pie de la escalera—. Voy a serlo yo y voy a empezar ahora mismo. Voy a tener las agallas de terminar con esto cuando aún es posible.

    —¿Significa eso que, si te quedas, crees que no te podrás marchar?

    —Tal vez… No me malinterpretes. Creo que lo nuestro ha sido maravilloso —susurró ella, con los
    ojos llenos de lágrimas—. Pero no es la vida real. Yo quiero tener una casa, hijos…

    —¡Y yo también, maldita sea!

    —Yo creo que lo estropearíamos todo. Adiós, Nicholas —concluyó. Tomó su chaqueta y su bolso y
    se dirigió hacia la puerta.

    —_________, por favor. No te vayas. Por favor, no te vayas…

    —Es por nuestro bien…

    —¡________! Escúchame, no te vayas —Insistió él, desesperado. Sin embargo, no pudo detenerla. Ella abrió la puerta y se marchó—. ________, yo… te amo.

    Hasta aquí.......



    Chicas hoy no habrá adelanto, ya que el próximo capi será el final junto con el epilogo y quiero que sea sorpresa okas!!!! Besazoz!!! ;)
     
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  5. chelis
     
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    No lo escuchooooooo...... O si???
     
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  6. natys
     
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    Nooooooooooooooooo!!! te mato!!!!!!!! como te atreves a dejarla asi!!!!!!!! no es posible!!!!!!!!! me muero!!!!!!!
     
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  7. chelis
     
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    ;);););););)
     
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  8. Alex_Bonita
     
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    Hermosas siento la demora pero ya la sigo espero que aun estén interesadas en leer!!!! 1000 Gracias x la espera!!!! Besazoz!!!


    Capitulo Final


    Nicholas se pasó el fin de semana ocupándose de los asuntos que había descuidado durante la semana. No dejaba de repasar una y otra vez lo que _______ le había dicho con la esperanza de encontrar una manera para convencerla de que se había equivocado. Por primera vez en muchos años, se encontraba con un desafío que no sabía resolver.

    Aparentemente, había hecho un estupendo trabajo para convencerla de que le encantaban las aventuras sexuales y ella lo había creído a pies juntillas, tanto que no sabía lo que podía hacer para borrar esa impresión. Necesitaría meses, quizá años, para demostrarle que podían tener una vida que incluyera sexo maravilloso y el resto de los elementos que ambos deseaban.

    Cuando llegó el lunes por la mañana a su despacho, se puso a trabajar como loco. No podía entregarle así las cosas a Rhonda y, además, el trabajo lo ayudaba a olvidar. El tiempo contribuiría para olvidar a _______ y, entonces, podría seguir con su plan de volver a tener una vida privada. Sin embargo, debía reconocer que el plan carecía ya de atractivo para él. Solo deseaba hacer hueco en su vida para ________. Si ella no quería ocuparlo, no había razón alguna para hacerlo.

    Para cuando Rhonda llegó al despacho, se había tomado ya una cafetera entera y estaba nervioso e irritable.

    —Me sorprende verte aquí tan temprano —dijo ella.

    —Pues es mejor que te vayas acostumbrando. La chica ha dicho «no».

    —¿Cómo dices? —preguntó Rhonda, sentándose en una silla—. ¿Le has pedido ya que se case contigo?

    —Más o menos…

    —La mayoría de las mujeres no reacciona muy bien si se lo piden «más o menos»…

    —De lo que no hay duda es de que lo he estropeado todo, aunque no habría importado de todos modos. Ella no cree que seamos buenos el uno para el otro.

    —¿Te importa que te pregunte por qué?

    —Bueno, nuestra relación comenzó de un modo muy… físico —admitió—. Con mucha química. _______ piensa que esa química será precisamente lo que nos impida llevar una vida normal.
    Rhonda lo miró atónita. Entonces, apartó los ojos y frunció con fuerza los labios. Finalmente, se le escapó una carcajada y luego otra.

    —Lo siento —susurró, entre risas—, sé que lo estás pasando muy mal…

    —No te culpo, Rhonda. Ojalá yo también me pudiera reír. En mi vida me he sentido tan ridículo.

    —¿Tan indisciplinado cree que eres?

    —Supongo que sí.

    —Pues se equivoca. Eres el hombre más disciplinado que conozco.

    —De eso precisamente se trata. Esta semana… no me he comportado así exactamente. Y no es que nuestra relación sea muy larga.

    —Entiendo…

    —Bueno, Rhonda, no deseo hablar más del tema por el momento. Dame un poco de tiempo y estaré bien.

    —Sé que eres un hombre fuerte y que te pondrás bien —afirmó ella. Con eso, se levantó y salió del despacho.

    Nicholas deseó tener la misma confianza que su secretaria. Sentía que tenía un enorme agujero negro en el lugar que hasta entonces había ocupado su corazón.

    El lunes por la tarde, la determinación de _________ por comportarse con normalidad estaba flaqueando. No había dormido muy bien desde hacía tres noches y, por lo tanto, no se encontraba en muy buena forma para enfrentarse con Adam. A pesar de todo, se había comportado con normalidad cada vez que se había encontrado con su ex novio. Por su parte, él la había tratado con indiferencia.

    El único momento de satisfacción que había tenido en todo el día había sido cuando su vecina Miranda había llegado al bufete para dejar al descubierto la infidelidad de _________. Ella se la había encontrado en el pasillo, cuando iba al despacho de Adam, y había tenido gran placer en anunciarle que su ex ya lo sabía todo.

    Al principio, Miranda había parecido desilusionada, pero enseguida se había animado al darse cuenta de que Adam era un hombre libre. Con la excusa de pedirle consejo para el contrato de su nuevo piso, había ido a verlo de todos modos. _________ estaba segura de que ella sería la pareja perfecta para Adam.

    Estaba mirando las flores que Nicholas le había regalado cuando el teléfono comenzó a sonar. No creía que fuera Nicholas, aunque casi esperaba que fuera él. Estaba segura de que la llamaría. Sin embargo, era Linda.

    —Hay aquí una mujer llamada Rhonda Ferguson que quiere verte. No tiene cita. ¿Puedes hablar con ella ahora o prefieres que le dé cita para más tarde?

    ¿Rhonda? Era imposible que fuera la Rhonda de Nicholas. A pesar de todo, sintió un cosquilleo por la espalda.

    —La veré ahora. Hazla pasar.

    Momentos después, una mujer pelirroja, de unos treinta y tanto años, entró en su despacho. ________ se puso de pie para recibirla.

    —Me llamo Rhonda Ferguson —dijo la mujer, al tiempo que le extendía una mano.

    —________ ________ —replicó ella, estrechándosela—. ¿Qué puedo hacer por usted?

    —Escucharme un rato.

    —Por supuesto. Siéntese.

    —Gracias —repuso ella, tomando asiendo al mismo tiempo que ________. Entonces, miró a su alrededor—. Estoy segura de que ha tenido que trabajar mucho para conseguir esto.

    —Sí…

    —Yo admiro el trabajo duro. No resulta fácil marcarse objetivos y luego hacer lo necesario para conseguirlos. Hace falta carácter.

    —Gracias.

    —Me alegra comprobar que usted lo tiene, pero no me sorprende. Me la recomendaron mucho.

    —¿De verdad? ¿Conoce a uno de mis clientes?

    —Soy la secretaria de Nicholas Jonas.

    —¿Y tiene algún asunto legal del que quiere que me ocupe? —replicó, a pesar de que sabía que se
    estaba sonrojanda.

    —En realidad, dentro de unas pocas semanas, así será. Nicholas y yo estamos redactando un nuevo contrato para mí puesto de trabajo en el que se detallan mis nuevos deberes, dado que él va a delegar más responsabilidad en mí. Yo confío plenamente en él, pero ha insistido en que me consiga un abogado por si le ocurre algo a él y alguien empieza a cuestionar mi autoridad. Sin embargo, esa no es la razón por la que he venido hoy a verla. De hecho, Nicholas me mataría si supiera que estoy aquí. No me ha gustado tener que mentirle para poder venir, pero sé que si se hubiera enterado, me habría despedido. Supongo que eso le dará idea de lo mucho que se habría disgustado.

    —Yo no se lo diré, pero le advierto que si ha venido para que yo reconsidere mi relación con él,
    está perdiendo el tiempo.

    —Ya me imaginé que diría algo así. Escúcheme. Usted es abogada y sé que en su profesión solo se mueven con pruebas. Por lo que sé, sé que solo ha escuchado un lado del caso en lo que se refiere a Nicholas. No se preocupe —dijo Rhonda, al ver que _____ se sonrojaba—. Yo no conozco los detalles, pero lo que sí sé es que usted piensa que la combinación de Nicholas y de usted tiene como resultado el caos, algo que no desea.

    —Así es.

    —Por eso, yo quiero darle más pruebas. Solo conoce a Nicholas desde hace unos días, y yo desde
    hace ocho años. No creo que pueda tomar la decisión que ha tomado con tan poca información.

    —Muy bien —dijo ________, sorprendida—. La escucho.

    Rhonda le explicó cómo Nicholas, con poco capital, había trabajado día y noche para levantar Mercury Communications, cómo trataba a sus clientes y cómo, a lo largo de aquellos ochos años había conseguido que la empresa creciera hasta convertirse en un negocio muy boyante.

    —¿Cree usted que es así como se comportaría un hombre irresponsable? —concluyó.

    —No. No, claro que no, pero ¿y si ha cambiado?

    —No ha cambiado. Cuando Nicholas hace algo, lo hace a conciencia. No hay nada que le guste
    más que un desafío. Al principio, a él solo le interesaba conquistarla. Esa fue la parte que vio.

    —Sí, pero…

    —Deje que consiga su objetivo y verá cómo vuelve a recuperar el equilibrio. De hecho, eso es precisamente lo que está tratando de hacer al delegar ciertas responsabilidades en mí. Sabe que ha perdido el control de su vida. Desea tener una familia y la desea desesperadamente a usted. No lo castigue por haberse entregado en cuerpo y alma a su objetivo. Quiere tenerla a usted, tener una familia… Le aseguro que entonces será un hombre feliz. Dele una oportunidad.

    ________ sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Había castigado a Nicholas porque él
    había hecho todo lo posible para conquistarla. Tragó saliva y aguantó las lágrimas. Pobre Nicholas. Debía de sentirse tan confuso…

    —Veo por la expresión de sus ojos que la he hecho entender —concluyó Rhonda poniéndose de
    pie—, así que es mejor que me vaya. Mi cita con el dentista debe de haber terminado ya.

    —Yo… —susurró ________, levantándose también— no sé lo que tengo que hacer ahora. ¿Cuál es el mejor modo de decirle que…?

    —¿Ha estado usted alguna vez en su despacho?

    —No.

    —Entonces, le sugiero que vaya a última hora. Le garantizo que estará trabajando hasta muy tarde, como siempre hace… a excepción de la semana pasada.

    —Lo haré, aunque solo sea para disculparme.

    —Es un comienzo —afirmó Rhonda, con una sonrisa en los labios.

    Con eso, se marchó del despacho.

    Nicholas se alegraba de que Rhonda hubiera tenido que ir al dentista aquella tarde. Cuanto más lo pensaba, más se lamentaba de haberle contado su problema con _______. Nunca olvidaría cómo se había reído…

    Tal vez, algún día, conseguiría reírse él también. En realidad, comprendía que la situación era muy divertida… aunque solo si no se estaba implicado en ella. Por el momento, prefería concentrarse en su trabajo para poder olvidar a ________, ________.

    Cuando Rhonda regresó del dentista, lo hizo de muy buen humor, tanto que Nicholas se preguntó si se habría enamorado de su dentista. No obstante, considerando la atención que no dejaba de prestarle, se alegró mucho cuando llegaron las cinco y se marchó a su casa. Así se quedaba a gusto para poder solazarse en su desgracia.

    Quince o veinte minutos más tarde, oyó que la puerta volvía a abrirse. Esperaba que no hubiera
    decidido llevarle la cena. No quería que lo tratara como si fuera un ser desvalido.

    —Trabajas demasiado duro —dijo una voz desde la puerta, la voz que llevaba escuchando en
    sueños desde hacía tres noches.

    Cuando se volvió a mirarla, dedujo que había ido a verlo después del trabajo. Iba vestida elegantemente, con un traje de falda de color verde y unos zapatos de tacón. Aquel atuendo resaltaba sus maravillosas piernas. No se podía decir que los tres últimos días le hubieran resultado duros. Estaba radiante.

    —Hola, _______. ¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó. Había decidido controlar sus impulsos
    para demostrarle que no era el maníaco que ella creía.

    —Perdonarme.

    —¿Por qué? —replicó él.

    El pulso se le aceleró sin que pudiera evitarlo.

    —Por sacar conclusiones sobre la clase de hombre que eres. Por pensar que el sexo es lo único
    que te importa.

    —Y me importa mucho.

    —A mí también, pero no conseguí superar mis estudios de Derecho sin disciplina. Igual que tú con
    esta empresa. En eso también nos parecemos mucho. Los dos hemos trabajado muy duro…

    Nicholas apretó la mandíbula. Podía oler su perfume desde allí. Se estaba excitando, pero quería
    demostrarle que sabía controlarse. En aquel momento, ________ se acercó a la mesa y se inclinó sobre ella. La blusa se le abrió un poco.

    —Saqué unas conclusiones muy estúpidas de los días que pasamos juntos. Tienes todo el derecho
    del mundo a estar disgustado conmigo, pero me preguntaba si… si la oferta sigue en pie.

    —¿Qué oferta? —preguntó Nicholas.

    En lo único que podía pensar en aquellos momentos era en hacerle el amor hasta que los dos cayeran agotados.

    —Tienes razón —susurró ella, desilusionada—. Tenía que haber imaginado que lo había
    estropeado todo… No debería haberte molestado —añadió, y se alejó del escritorio con la
    intención de marcharse.

    —Espera —dijo, y le agarró la muñeca.

    —Nicholas, lo siento mucho —musitó ella, mirándolo a los ojos—, me diste la oportunidad de la que toda mujer desearía disponer y yo te la tiré a la cara. A pesar de mi respuesta entonces, quiero que sepas que… que me siento muy honrada de que una vez pensaras que…

    —¿Que te amo? —murmuró él—. Y sigo amándote. No me puedo imaginar una vida mejor que estando casado contigo.

    —¿Me… me amas?

    —Sí —respondió Nicholas.

    Se levantó de su sillón y, sin soltarle la muñeca, rodeó el escritorio.

    —¿Lo he estropeado todo?

    —No, pero yo tampoco quiero estropearlo todo ahora. ¿Estabas tratando de ver si saltaba al verte apoyada sobre mi escritorio de esa manera?

    —¡No! ¿Creíste que te estaba poniendo a prueba?

    —Se me pasó por la cabeza. Después de todo, tú me dijiste que…

    —Debes de pensar que soy horrible.

    —Creo que eres maravillosa, y tan sexy que algunas veces pierdo el control. Lo admito.

    —Yo siento lo mismo por ti y me alegro de que los dos pensemos igual —susurró, con los ojos llenos de alegría—. Fui una idiota que no supo reconocer que… que se había enamorado.

    —¿Estás segura? Tiene que haber más que sexo entre nosotros, _______. Si crees que eso es lo
    único…

    —Claro que hay mucho más que sexo entre nosotros. Tenemos confianza. No podríamos haber disfrutado de ese mismo sexo sin confiar el uno en el otro. Nunca le había confiado a nadie mis fantasías… Resulta extraño que pudiera hacerlo y que luego no me diera cuenta de que también podía confiarte mis sueños.

    —Claro que puedes.

    —Ahora lo sé… ¿Quieres… casarte conmigo?

    —Por supuesto —contestó él, embargado por la emoción.

    Entonces, la estrechó con fuerza entre sus brazos.

    —Y tendremos una casa, e hijos… Y mucho, mucho sexo.

    —¿Seguro? ¿No creerás que eso sea lo único que…?

    —Mira las pruebas. Llevo en tu despacho más de diez minutos y aún no me has sugerido que
    hagamos el amor encima de la mesa.

    —Me he estado conteniendo…

    —Pues no lo hagas…

    —¿Quieres hacer el amor encima de la mesa?

    —Sí, y en el jacuzzi, en la mesa de la cocina, en la de picnic y…

    —¿En la de picnic? Yo no tengo mesa de picnic —replicó él, mientras la colocaba encima del escritorio, entre sus piernas.

    —Pensaba pedírsela a mis padres como regalo de boda —susurró ella, estrechándolo entre sus
    brazos.

    Una boda. Se iban a casar. Nicholas la besó ansiosamente. Se sentía tan feliz que estaba
    dispuesto a olvidarse del sexo en aquella ocasión. Les quedaban cincuenta o sesenta años para disfrutar de sus cuerpos…

    —Te amo tanto —susurró.

    —Y yo también, Nicholas. Desesperadamente. Con todo mi corazón, pero lo que más deseo es
    que me metas la mano por debajo de la falda.

    Tal y como ella le había pedido, Nicholas le deslizó la mano entre las piernas. Entonces, descubrió
    que no llevaba ropa interior.

    —¿____________?

    —Deja que la aventura continúe, cariño —contestó ella riendo suavemente.



    Sexys promesa que les traeré el epílogo en esta semanita!!! Besazoz!!!
     
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  9. chelis
     
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    No lo puedo creer!!!!... Porfiiiinn... Porfiiiiinnn!!!!.... Se dijeron que se aman y se van a casaaaarrr
     
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  10. rosy1994
     
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    Perdón por tardar tanto en leer los capítulos es que yo estaba preparándome para acceder a la universidad y claro no tenía tiempo para nada Sorry, pero ahora (aunque me queden solo diez días para la prueba) ya he podido leer los capítulos, son increíbles me han encantado, por favor estoy ansiosa por saber como será el epílogo. Y gracias por escribir esta fantástica nove. Bueno espero intrigada tu publicación :)
     
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  11. chelis
     
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    ;););););)
     
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  12. Alex_Bonita
     
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    Hola hermosas, siento la súper demora nuevamente, ya que mi novio y mis padres están de viaje y la escuela me tiene full ya que se acercan vacaciones!!! Solo espero que alguien siga aquí!!! 1000 Gracias x la Paciencia!! Besazoz!!! ;)


    Epílogo

    Un año más tarde…

    Mientras subían por un empinado sendero, de los muchos que rodeaban la ciudad de Sedona, ________ se detuvo para beber un poco. Nicholas no se dio cuenta y siguió ascendiendo sin ella, pero a _________ no le importó. Le encantaba observar cómo se flexionaban las fuertes piernas de su marido para escalar las rocas. Tras diez meses de alegría marital, aún se le hacía la boca agua al mirarle el firme trasero.

    El plan era subir hasta lo alto de aquella formación rocosa para hacer el amor. Habían elegido un día común y un sendero poco frecuentado. _________ llevaba una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos, sin braguitas, que le darían a Nicholas acceso inmediato cuando hubieran elegido el lugar.

    Desgraciadamente, nunca se habían dado cuenta de cuántos helicópteros sobrevolaban la zona para mostrársela a los turistas. Sin embargo, ________no quería abandonar la idea. Miró a su alrededor y vio un hueco entre las rocas que parecía lo suficientemente grande para darles intimidad. Sonrió.

    —¡Nicholas! ¡Regresa aquí! —le gritó a su esposo, muy satisfecha—. Quiero que bajes aquí. Tengo una idea.

    —De acuerdo.

    A medida que se iba acercando, _______ pensó lo guapo que era. Todos los días tenía que pellizcarse para asegurarse de que no estaba soñando y de que se había casado con él en noviembre. En cuestión de meses, habían creado el paraíso. Alternaban entre el apartamento de Phoenix y la cabaña que habían comprado en Oak Creek. Ella había dejado Traynor y Sizemore para abrir su propio bufete. Era pequeño, pero ya tenía clientes en Sedona y en Phoenix, aunque trataba de no aceptar demasiados casos para tener tiempo de sobra para las aventuras que planeaban, como la de aquel día.

    Rhonda se ocupaba muy bien de Mercury, por lo que Nicholas había decidido abrir un negocio de consultoría en su casa, aunque había limitado el número de sus clientes. Así, se habían creado una vida perfecta.

    Casi perfecta. Solo faltaba una cosa. _______ sonrió al pensar en la sorpresa que le había preparado.

    —Pareces muy contenta contigo misma —dijo Nicholas, al llegar a su lado—. ¿Qué se te ha pasado por esa cabeza tan fértil que tienes?

    ________ esperaba que no fuera solo su cabeza la única cosa que fuera fértil aquel día.

    —He encontrado una alternativa para que podamos hacer el amor en las rocas. Hay demasiados helicópteros como para seguir subiendo. Creo que podríamos utilizar el espacio que hay entre esas rocas… Ya sabes, si tú me sujetas contra ellas.

    —Es una de mis posturas favoritas. Ya te imagino con el trasero contra una piedra y los pies apoyados contra otra para que me pueda meter entre tus piernas… ¿Es así como lo habías pensado?

    —Sí —susurró ella.

    Nicholas se quitó las gafas de sol y la mochila de los hombros. Dejó ambos objetos en el suelo.

    —Pues vamos. Creo que ya no puedo esperar ni un momento.

    —¿No te importa que no subamos hasta la cima? —preguntó ella, despojándose también de gafas y mochila.

    —Claro que no. ¿Crees que quería subir por la vista? —replicó. Con cuidado, la colocó entre las piedras y luego le agarró el trasero con las dos manos—. Te sujetaré hasta que estés segura de que no te vas a caer.

    —Bien —dijo ________. Mientras se acomodaba, no dejaba de pensar en su sorpresa y el corazón le latía a toda velocidad por la anticipación—. La piedra está caliente…

    —Me apuesto algo a que no tanto como tú… —murmuró él. Comenzó a besarla, mordisqueándole suavemente los labios al tiempo que le apretaba el trasero—. Y sabes maravillosamente…

    —Tú también.

    —Bueno, ¿estás preparada? ¿Puedo soltarte para sacarme el preservativo?

    —Puedes soltarme para bajarte la bragueta, pero sobre lo del preservativo… Olvidémonos de él.

    —¿Acabas de decir lo que creo que has dicho? —preguntó él, con la excitación reflejada en los ojos.

    —Sí. ¿Te asusta?

    —Claro que no. Llevo meses pensándolo, pero no quería meterte prisa.

    —Lo mismo me pasaba a mí —dijo _________, con una sonrisa—, pero tengo la fantasía de que me penetras y… y hacemos un niño.

    —Me encanta esa fantasía —afirmó Nicholas, con dulzura—. Y la deseo —añadió, al tiempo que se bajaba la cremallera de los pantalones.

    —Igual que yo deseo eso —comentó ella, cuando vio el pene erecto.

    —Y lo vas a conseguir. Por fin hacemos el amor sin látex —susurró, con la voz llena de deseo, mientras le bajaba el pantalón—. ¿Lista?

    —Más que nunca —replicó ella. Inmediatamente, Nicholas le agarró las caderas y se hundió en ella.

    —¿Qué tal?

    —Mmm… Maravilloso.

    —Quiero que abras los ojos cuando vuelva a moverme. Quiero ver cómo se oscurecen y se excitan…

    ________ hizo lo que Nicholas le había pedido, mirando los ojos de él, llenos de lujuria y deseo.

    —Vamos…

    —Ohhh… esto es fantástico…

    —Yo estoy completamente de acuerdo. Ahora, vamos a hacer ese niño… —susurró ella.

    —Sí… ¿Estamos haciendo un niño o una niña?

    —No sé, pero hay otra cosa que sí sé…

    —¿Qué? —preguntó él moviéndose más profundamente dentro de su esposa.

    —Que de todas las aventuras… —musitó— esta es mi favorita.

    Fin.


    Cariños 1000 Gracias x formar parte de esta historia!! Ojala pueda seguir contando con ustedes en alguna nueva aventura!!
     
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  13. chelis
     
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    me encantooooo!!!!.... Me gusto!!!!!!.. Gracias por subirla!!!... Y compartirla con nosotros!!!!
     
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  14. rosy1994
     
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    Me encantó :) fue fantástica la novelas
    Gracias por haberla compartido, a sido genial poderla leer y que a pesar de las pocas que quedamos hayas continuado escribiéndola y compartiéndola :D
    Gracias por esta magnífica no vela gracias de corazón :D :)
     
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163 replies since 18/12/2012, 03:27   3060 views
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