"Descubriendo el amor” Cap 1

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  1. Joelicious
     
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    Capítulo 1

    _______ miró inquieta una vez más por encima del hombro mientras aguardaba su turno en la cola de la taquilla. Había logrado salir de casa diciéndole a Nick que iba a ver una exposición de arte, y Joe, gracias a Dios, estaba fuera comprando ganado y regresaría tarde. Cuando descubriera dónde había estado se pondría furioso, se dijo ______ sin poder reprimir que una sonrisa de satisfacción por su astucia.
    Y desde luego hacía falta una gran dosis de astucia para engañar a Joseph Joas. Nick, su hermano mayor, y él se habían convertido en sus tutores legales cuando ella solo tenía quince años. Podría haber sido sus hermanastros, pero un desgraciado accidente de coche había segado la vida del padre de ellos y de la madre de _______ solo dos días antes de la boda.


    _______ no tenía más familia, así que Joe había propuesto que Nick y él podían ocuparse de la inconsolable adolescente, _________ Clark. Y así lo hicieron. ________, naturalmente, se sentía muy agradecida hacia ambos, pero la irritaba sobremanera el hecho de que Joe fuese incapaz de darse cuenta de que se había convertido en una mujer.


    La joven dejó escapar un profundo suspiro. Sí, aquel era el problema. Eso, y que se había obsesionado con protegerla del mundo exterior, hasta tal punto, que durante los últimos cuatro meses había sido casi una odisea para ella acudir a una simple cita.
    Estaba llegando a extremos tan surrealistas, que incluso a Nick, que raramente se reía, se le veía reprimir una sonrisa. A ________, sin embargo, no le hacía ninguna gracia, porque, para mayor desgracia suya, se había enamorado perdidamente de Joseph, y el fuerte y moreno vaquero solo la veía como a una chiquilla.
    Sus intentos por demostrarle que había madurado, que ya era una mujer, habían resultado infructuosos: era imposible atravesar la dura coraza que lo rodeaba. _______ suspiró de nuevo. ¿Y cómo iba a hacer que se fijara en ella si ni siquiera sabía de qué modo podía atraerlo? Ya no era tan divertido como había sido años atrás, pero _______ sabía que con frecuencia era visto en los clubes nocturnos de San Antonio con alguna belleza sofisticada. Y ella muriendo de amor por él... ¡Qué cruel era la vida! Lo tenía bastante difícil, porque ella no era ni una belleza, ni tampoco sofisticada. Era solo una chica provinciana, una chica normal y corriente, por mucho que su figura fuera mejor que la de muchas otras jóvenes de su edad.


    Por eso, tras darle muchas vueltas al asunto, había llegado a la conclusión de que, si quería que se diera cuenta de que existía, tendría que convertirse en una mujer sofisticada. Tal vez ir a un espectáculo de striptease masculino no fuera lo más indicado como primer paso a la sofisticación, pero en un lugar como Jacobsville no había muchas más opciones. Ser vista allí le demostraría a Joseph que no era la adolescente puritana que él quería que fuera. _______ volvió a esbozar una sonrisa de satisfacción al pensar en la cara que pondría cuando se lo contase algún vecino.


    Se alisó la falda ajustada a sus caderas y la blusa color hueso que llevaba, observando su reflejo en el escaparate de la tienda que había junto a la taquilla. Se había recogido el largo y castaño cabello como solía hacer, pero si lo dejaba suelto, era uno de sus mayores encantos, ya que era ondulado, suave y abundante. Sus ojos, grandes y amielados, tampoco estaban mal; su piel tenía un tono cremoso; y sus labios no podían ser más perfectos. Sin embargo, si no se maquillaba con esmero, era simplemente una chica del montón. De hecho, sus senos eran más grandes de lo que le gustaría que fueran, y en su opinión sus piernas eran largas. En contraste con muchas de sus amigas, bajitas y de constitución delicada y femenina, se sentía tremendamente desgarbada.


    Al menos la chaqueta de terciopelo burdeos le daba un aspecto algo mayor, y los ojos le brillaban de un modo inusual, probablemente por la pequeña travesura que estaba a punto de cometer. Una sonrisa sarcástica acudió a sus labios ante la palabra «travesura». En realidad no creía que hubiera nada de malo en ver un striptease masculino. De algún modo tenía que aprender ciertas cosas, y Joe desde luego no la ayudaba ahuyentando a los chicos con los que se citaba. Era muy estricto en ese sentido: solo le permitía salir con jóvenes de su edad, y encima se encargaba de hacerles los pertinentes comentarios acerca de la frecuencia con que limpiaba sus pistolas y rifles, y lo que pensaba de «divertirse» antes del matrimonio. Con un tutor así no era de extrañar que muchos de aquellos chicos no volvieran a pedirle salir.


    El fresco aire de la noche hizo estremecer a _______. Aunque se encontraban al sur de Texas, era febrero y hacía bastante frío. Se arrebujó en su chaqueta y dirigió una sonrisa a otra joven que también tiritaba de frío en la cola del Grand Theater. Era el único teatro de Jacobsville, y lógicamente había ciertas reticencias por parte de los más conservadores del lugar ante la idea de permitir que un espectáculo así se celebrase allí, pero finalmente se había hecho, y había una larga cola de mujeres esperando para comprar su entrada y averiguar si aquellos hombres eran tan increíbles como se mostraban en los anuncios que habían colocado por todas partes.
    Joe se moriría cuando se enterase de dónde había estado. Se le pondrían los pelos de punta y querría fulminarla con la mirada. Nick, en cambio, haría lo que siempre hacía, no decir nada ni a favor ni en contra, y esperar tranquilamente a que a su hermano se le pasara el enfado.


    Los dos tenían un gran parecido físico, ambos altos, musculosos y de ojos oscuros, aunque Nick tenía el cabello casi más claro, y Joe era mucho más guapo. De hecho Nicholas tenía unos rasgos más duros, una personalidad muy reservada y, aunque se mostraba cortés con las damas, no salía con ninguna. Claro que todo el mundo sabía por qué: Madison Jacobs había rechazado su proposición de matrimonio años atrás.
    Por aquel entonces, sin embargo, antes de que el buen hacer de Nicholas y la intuición de Joseph para el comercio los catapultara al éxito con una nave para engorde de ganado; los Jonas eran bastante pobres. La familia de Madison, por el contrario, era muy rica, y se extendió el rumor de lo había rechazado porque lo consideraba inferior a ella. Cierto o no, aquello había herido tremendamente a Nicholas y a su corazón. _______ no acababa de comprenderlo. Parecía una mujer tan agradable... Y su hermano Tyler también.
    Las dos mujeres que iban delante de ella en la cola se retiraban ya, y ______ se apresuró a sacar el monedero de la chaqueta, pero justo antes de que pudiera llegar a la taquilla, alguien la agarró con fuerza de la muñeca y la arrastró a un lado.


    —¡Eh!
    —Ya me había parecido a mí que conocía esta chaqueta... —murmuró una voz profunda.


    ______ alzó la mirada incrédula al reconocerla. ¡Joseph! ¿Por qué estaba allí? Había un sutil brillo de ira en sus ojos.


    —Hice bien en pasar por aquí de camino a casa. ¿Dónde está Nicholas? ¿Sabe que estás aquí?
    —Le dije que iba a una exposición de arte —contestó ______.


    Al ver que Joe enarcaba una ceja incrédulo, añadió con picardía—: Bueno, en cierto modo es una exposición de arte, solo que las estatuas masculinas están vivas...


    —Por amor de Dios... —fue la respuesta de Joe. Se quedó mirando un momento a las mujeres que hacían cola y tiró de la muñeca de ______ hacia su Jaguar blanco—. Vamos.
    —No pienso irme a casa —replicó ella parándose en seco y luchando por zafarse de su agarrón. Le encantaba desafiarlo—. Voy a comprar un ticket y voy a entrar ahí —le aseguró soltándose y girándose.
    Joe, sin embargo, no estaba de humor para seguir con aquella discusión, y la tomó en brazos para llevarla al coche.
    —¡Joseph! —chilló _______ al sentirse alzada en volandas.
    —Es increíble que no pueda salir del estado ni un día sin que hagas una locura —murmuró él—. Recuerdo que la última vez que tuve que ausentarme por negocios te encontré a mi regreso a punto de marcharte al lago Tahoe con esa Misty Davies.
    —Oh, sí, y me encantó: echaste a perder mí fin de semana esquiando. Muchas gracias —masculló ella ásperamente.


    Enfadada como estaba, no lo admitiría ni aunque le pusieran una pistola en la sien, pero lo cierto era que estar en sus brazos era como estar en el séptimo cielo. Además, la calidez de su aliento en el rostro le estaba
    provocando un cosquilleo por todo el cuerpo que nunca antes había experimentado.


    —Si no recuerdo mal... os acompañaban dos universitarios —apuntó Joe con sarcasmo.
    —¿Y qué pasa con mi coche? —replicó ________—. Lo tengo aparcado calle abajo. ¿No querrás que lo deje aquí?
    —¿Por qué no? Dudo mucho que nadie vaya a intentar robar ese juguete —contestó él. Su rostro permaneció impasible, pero el ligero peso y calor corporal de ______ empezaban a resultarle algo turbadores.
    —No te metas con mi coche —protestó _______. Estaba comenzando a sentirse mareada por el olor de su colonia—. Puede que sea pequeño, pero es un buen coche.
    —Si hubiera ido yo contigo al concesionario en vez de Nicholas te aseguro que no te habrías comprado ese coche —le contestó él al momento—. Es increíble lo consentida que te tiene. Tenía que haberse casado con Madison y haber tenido un montón de niños para malcriarlos como le viniera en gana. Ese condenado coche tuyo deportivo no es nada seguro.
    —Pues es mío y me gusta, y además estoy pagándolo a plazos —repuso ella.


    Joe buscó los ojos de ________.


    —Disfrutas haciendo cosas que me fastidian, ¿verdad? —murmuró bajando deliberadamente la mirada hacia los labios de la joven.


    _______ apenas podía respirar, pero no iba a dejarse intimidar, no por él. No podía permitir que se diera cuenta
    del efecto que tenía sobre ella.


    —Tengo casi veintiún años —le recordó. Joe la miró otra vez, con cierto sarcasmo. —No haces más que decirme eso —le contestó con aspereza—, y luego en cambio estás haciendo siempre chiquilladas como la de hoy.
    —¿Qué tiene de malo que quiera hacer cosas de adultos? —farfulló ella—. A este paso nunca me enteraré de cómo va el mundo. Parece que quisieras que fuera virgen toda mi vida.
    —Oh, se trata de eso... Pues si insistes en venir a este tipo de locales, desde luego no te durará mucho esa condición beatífica —replicó él enfadado.


    Lo ponía nervioso cuando hablaba de ese modo. Además, llevaba meses con la misma candaleta, y no le parecía que el problema estuviera solucionándose, sino todo lo contrario. Apretó el paso, pisando furioso los adoquines de la acera.
    A _______ le divertía verlo así. Llevaba puesto un traje oscuro, y su viejo e inseparable sombrero texano. ¿Podía existir un hombre más perfecto?, se dijo la joven, ¿más masculino? Así, enfadado, le parecía todavía más sexy. Sin embargo, se había propuesto no dejarle entrever sus sentimientos, por lo que, como de costumbre, recurrió a los sarcasmos para despistarlo.


    —Estás de mal humor, ¿eh? —lo picó con voz dulce.


    La expresión de Joe se endureció más, pero _______ esbozó una nueva sonrisa de satisfacción. Le encantaba hacerlo rabiar. Aunque probablemente llevaba años haciéndolo de un modo inconsciente, no se había dado cuenta de ello hasta las últimas semanas. Sí, se divertía provocarlo y observar sus reacciones.


    —Ya soy mayor. Me gradué en la escuela de comercio el año pasado y estoy trabajando como secretaria en las oficinas de la nave...
    —No he sufrido un ataque repentino de amnesia, ______. Fui yo quien te pagó todos los cursos y también fui yo quien te dio el trabajo —le respondió Joe calmadamente.


    Había llegado junto al coche. Joe la dejó en el suelo, abrió la puerta del copiloto e hizo un gesto para que entrara y se sentara


    —Es verdad, fuiste tú —asintió ______, sonriéndole con malicia mientras tomaba asiento.


    Joe le cerró la puerta de un golpe y rodeó el vehículo. Cuando se sentó junto a ella, hubo una muda violencia en el modo en que rugió el coche blanco al arrancarlo, en cómo se alejó de un volantazo de la acera, y en cómo bajó la calle principal a toda velocidad.


    —_______, no puedo creer que estuvieras dispuesta a pagar dinero por ver a unos cuantos tipos quitarse la ropa —masculló.
    —Me parece más divertido que dejarles que me quiten la mía —contestó ella con humor—. Y creo que tú debes opinar lo mismo cuando te pones histérico cada vez que intento tener una cita con un hombre con un mínimo de experiencia.


    Joe frunció el ceño. Era verdad. Le ponía furioso la idea de que un hombre pudiera aprovecharse de _______.
    No quería que la tocaran.


    —Ya puedes jurarlo. Si un hombre tratara de desabrocharte un solo botón, le daría una paliza.
    — ¡Mi pobre futuro marido! —suspiró _______—. No quiero ni pensarlo. Imagínatelo, llamando a la policía en nuestra noche de bodas...
    —Eres demasiado joven como para hablar siquiera de casarte —repuso Joe.
    —Dentro de tres meses cumpliré los veintiuno. Esa es la edad que tenía mi madre cuando me tuvo a mí —le recordó la joven.


    Hola aqui les dejo la sinopsis y el primer capitulo:


    Sinopsis



    _______ se quedó huérfana, y los dos hermanos Jonas (Joseph y Nicholas) se han convertido en sus tutores, pues sus padres estaban comprometidos para casarse, cuando sufrieron un accidente mortal.
    Pero con el paso del tiempo _______se ha convertido en una mujer y se ha enamorado de Joe. Este aún la ve como una chiquilla, aunque ¿porqué no deja que salga con otros chicos y tenga su propia vida? ¿Son celos?



    Capítulo 1

    _______ miró inquieta una vez más por encima del hombro mientras aguardaba su turno en la cola de la taquilla. Había logrado salir de casa diciéndole a Nick que iba a ver una exposición de arte, y Joe, gracias a Dios, estaba fuera comprando ganado y regresaría tarde. Cuando descubriera dónde había estado se pondría furioso, se dijo ______ sin poder reprimir que una sonrisa de satisfacción por su astucia.
    Y desde luego hacía falta una gran dosis de astucia para engañar a Joseph Joas. Nick, su hermano mayor, y él se habían convertido en sus tutores legales cuando ella solo tenía quince años. Podría haber sido sus hermanastros, pero un desgraciado accidente de coche había segado la vida del padre de ellos y de la madre de _______ solo dos días antes de la boda.


    _______ no tenía más familia, así que Joe había propuesto que Nick y él podían ocuparse de la inconsolable adolescente, _________ Clark. Y así lo hicieron. ________, naturalmente, se sentía muy agradecida hacia ambos, pero la irritaba sobremanera el hecho de que Joe fuese incapaz de darse cuenta de que se había convertido en una mujer.


    La joven dejó escapar un profundo suspiro. Sí, aquel era el problema. Eso, y que se había obsesionado con protegerla del mundo exterior, hasta tal punto, que durante los últimos cuatro meses había sido casi una odisea para ella acudir a una simple cita.
    Estaba llegando a extremos tan surrealistas, que incluso a Nick, que raramente se reía, se le veía reprimir una sonrisa. A ________, sin embargo, no le hacía ninguna gracia, porque, para mayor desgracia suya, se había enamorado perdidamente de Joseph, y el fuerte y moreno vaquero solo la veía como a una chiquilla.
    Sus intentos por demostrarle que había madurado, que ya era una mujer, habían resultado infructuosos: era imposible atravesar la dura coraza que lo rodeaba. _______ suspiró de nuevo. ¿Y cómo iba a hacer que se fijara en ella si ni siquiera sabía de qué modo podía atraerlo? Ya no era tan divertido como había sido años atrás, pero _______ sabía que con frecuencia era visto en los clubes nocturnos de San Antonio con alguna belleza sofisticada. Y ella muriendo de amor por él... ¡Qué cruel era la vida! Lo tenía bastante difícil, porque ella no era ni una belleza, ni tampoco sofisticada. Era solo una chica provinciana, una chica normal y corriente, por mucho que su figura fuera mejor que la de muchas otras jóvenes de su edad.


    Por eso, tras darle muchas vueltas al asunto, había llegado a la conclusión de que, si quería que se diera cuenta de que existía, tendría que convertirse en una mujer sofisticada. Tal vez ir a un espectáculo de striptease masculino no fuera lo más indicado como primer paso a la sofisticación, pero en un lugar como Jacobsville no había muchas más opciones. Ser vista allí le demostraría a Joseph que no era la adolescente puritana que él quería que fuera. _______ volvió a esbozar una sonrisa de satisfacción al pensar en la cara que pondría cuando se lo contase algún vecino.


    Se alisó la falda ajustada a sus caderas y la blusa color hueso que llevaba, observando su reflejo en el escaparate de la tienda que había junto a la taquilla. Se había recogido el largo y castaño cabello como solía hacer, pero si lo dejaba suelto, era uno de sus mayores encantos, ya que era ondulado, suave y abundante. Sus ojos, grandes y amielados, tampoco estaban mal; su piel tenía un tono cremoso; y sus labios no podían ser más perfectos. Sin embargo, si no se maquillaba con esmero, era simplemente una chica del montón. De hecho, sus senos eran más grandes de lo que le gustaría que fueran, y en su opinión sus piernas eran largas. En contraste con muchas de sus amigas, bajitas y de constitución delicada y femenina, se sentía tremendamente desgarbada.


    Al menos la chaqueta de terciopelo burdeos le daba un aspecto algo mayor, y los ojos le brillaban de un modo inusual, probablemente por la pequeña travesura que estaba a punto de cometer. Una sonrisa sarcástica acudió a sus labios ante la palabra «travesura». En realidad no creía que hubiera nada de malo en ver un striptease masculino. De algún modo tenía que aprender ciertas cosas, y Joe desde luego no la ayudaba ahuyentando a los chicos con los que se citaba. Era muy estricto en ese sentido: solo le permitía salir con jóvenes de su edad, y encima se encargaba de hacerles los pertinentes comentarios acerca de la frecuencia con que limpiaba sus pistolas y rifles, y lo que pensaba de «divertirse» antes del matrimonio. Con un tutor así no era de extrañar que muchos de aquellos chicos no volvieran a pedirle salir.


    El fresco aire de la noche hizo estremecer a _______. Aunque se encontraban al sur de Texas, era febrero y hacía bastante frío. Se arrebujó en su chaqueta y dirigió una sonrisa a otra joven que también tiritaba de frío en la cola del Grand Theater. Era el único teatro de Jacobsville, y lógicamente había ciertas reticencias por parte de los más conservadores del lugar ante la idea de permitir que un espectáculo así se celebrase allí, pero finalmente se había hecho, y había una larga cola de mujeres esperando para comprar su entrada y averiguar si aquellos hombres eran tan increíbles como se mostraban en los anuncios que habían colocado por todas partes.
    Joe se moriría cuando se enterase de dónde había estado. Se le pondrían los pelos de punta y querría fulminarla con la mirada. Nick, en cambio, haría lo que siempre hacía, no decir nada ni a favor ni en contra, y esperar tranquilamente a que a su hermano se le pasara el enfado.


    Los dos tenían un gran parecido físico, ambos altos, musculosos y de ojos oscuros, aunque Nick tenía el cabello casi más claro, y Joe era mucho más guapo. De hecho Nicholas tenía unos rasgos más duros, una personalidad muy reservada y, aunque se mostraba cortés con las damas, no salía con ninguna. Claro que todo el mundo sabía por qué: Madison Jacobs había rechazado su proposición de matrimonio años atrás.
    Por aquel entonces, sin embargo, antes de que el buen hacer de Nicholas y la intuición de Joseph para el comercio los catapultara al éxito con una nave para engorde de ganado; los Jonas eran bastante pobres. La familia de Madison, por el contrario, era muy rica, y se extendió el rumor de lo había rechazado porque lo consideraba inferior a ella. Cierto o no, aquello había herido tremendamente a Nicholas y a su corazón. _______ no acababa de comprenderlo. Parecía una mujer tan agradable... Y su hermano Tyler también.
    Las dos mujeres que iban delante de ella en la cola se retiraban ya, y ______ se apresuró a sacar el monedero de la chaqueta, pero justo antes de que pudiera llegar a la taquilla, alguien la agarró con fuerza de la muñeca y la arrastró a un lado.


    —¡Eh!
    —Ya me había parecido a mí que conocía esta chaqueta... —murmuró una voz profunda.


    ______ alzó la mirada incrédula al reconocerla. ¡Joseph! ¿Por qué estaba allí? Había un sutil brillo de ira en sus ojos.


    —Hice bien en pasar por aquí de camino a casa. ¿Dónde está Nicholas? ¿Sabe que estás aquí?
    —Le dije que iba a una exposición de arte —contestó ______.


    Al ver que Joe enarcaba una ceja incrédulo, añadió con picardía—: Bueno, en cierto modo es una exposición de arte, solo que las estatuas masculinas están vivas...


    —Por amor de Dios... —fue la respuesta de Joe. Se quedó mirando un momento a las mujeres que hacían cola y tiró de la muñeca de ______ hacia su Jaguar blanco—. Vamos.
    —No pienso irme a casa —replicó ella parándose en seco y luchando por zafarse de su agarrón. Le encantaba desafiarlo—. Voy a comprar un ticket y voy a entrar ahí —le aseguró soltándose y girándose.
    Joe, sin embargo, no estaba de humor para seguir con aquella discusión, y la tomó en brazos para llevarla al coche.
    —¡Joseph! —chilló _______ al sentirse alzada en volandas.
    —Es increíble que no pueda salir del estado ni un día sin que hagas una locura —murmuró él—. Recuerdo que la última vez que tuve que ausentarme por negocios te encontré a mi regreso a punto de marcharte al lago Tahoe con esa Misty Davies.
    —Oh, sí, y me encantó: echaste a perder mí fin de semana esquiando. Muchas gracias —masculló ella ásperamente.


    Enfadada como estaba, no lo admitiría ni aunque le pusieran una pistola en la sien, pero lo cierto era que estar en sus brazos era como estar en el séptimo cielo. Además, la calidez de su aliento en el rostro le estaba
    provocando un cosquilleo por todo el cuerpo que nunca antes había experimentado.


    —Si no recuerdo mal... os acompañaban dos universitarios —apuntó Joe con sarcasmo.
    —¿Y qué pasa con mi coche? —replicó ________—. Lo tengo aparcado calle abajo. ¿No querrás que lo deje aquí?
    —¿Por qué no? Dudo mucho que nadie vaya a intentar robar ese juguete —contestó él. Su rostro permaneció impasible, pero el ligero peso y calor corporal de ______ empezaban a resultarle algo turbadores.
    —No te metas con mi coche —protestó _______. Estaba comenzando a sentirse mareada por el olor de su colonia—. Puede que sea pequeño, pero es un buen coche.
    —Si hubiera ido yo contigo al concesionario en vez de Nicholas te aseguro que no te habrías comprado ese coche —le contestó él al momento—. Es increíble lo consentida que te tiene. Tenía que haberse casado con Madison y haber tenido un montón de niños para malcriarlos como le viniera en gana. Ese condenado coche tuyo deportivo no es nada seguro.
    —Pues es mío y me gusta, y además estoy pagándolo a plazos —repuso ella.


    Joe buscó los ojos de ________.


    —Disfrutas haciendo cosas que me fastidian, ¿verdad? —murmuró bajando deliberadamente la mirada hacia los labios de la joven.


    _______ apenas podía respirar, pero no iba a dejarse intimidar, no por él. No podía permitir que se diera cuenta
    del efecto que tenía sobre ella.


    —Tengo casi veintiún años —le recordó. Joe la miró otra vez, con cierto sarcasmo. —No haces más que decirme eso —le contestó con aspereza—, y luego en cambio estás haciendo siempre chiquilladas como la de hoy.
    —¿Qué tiene de malo que quiera hacer cosas de adultos? —farfulló ella—. A este paso nunca me enteraré de cómo va el mundo. Parece que quisieras que fuera virgen toda mi vida.
    —Oh, se trata de eso... Pues si insistes en venir a este tipo de locales, desde luego no te durará mucho esa condición beatífica —replicó él enfadado.


    Lo ponía nervioso cuando hablaba de ese modo. Además, llevaba meses con la misma candaleta, y no le parecía que el problema estuviera solucionándose, sino todo lo contrario. Apretó el paso, pisando furioso los adoquines de la acera.
    A _______ le divertía verlo así. Llevaba puesto un traje oscuro, y su viejo e inseparable sombrero texano. ¿Podía existir un hombre más perfecto?, se dijo la joven, ¿más masculino? Así, enfadado, le parecía todavía más sexy. Sin embargo, se había propuesto no dejarle entrever sus sentimientos, por lo que, como de costumbre, recurrió a los sarcasmos para despistarlo.


    —Estás de mal humor, ¿eh? —lo picó con voz dulce.


    La expresión de Joe se endureció más, pero _______ esbozó una nueva sonrisa de satisfacción. Le encantaba hacerlo rabiar. Aunque probablemente llevaba años haciéndolo de un modo inconsciente, no se había dado cuenta de ello hasta las últimas semanas. Sí, se divertía provocarlo y observar sus reacciones.


    —Ya soy mayor. Me gradué en la escuela de comercio el año pasado y estoy trabajando como secretaria en las oficinas de la nave...
    —No he sufrido un ataque repentino de amnesia, ______. Fui yo quien te pagó todos los cursos y también fui yo quien te dio el trabajo —le respondió Joe calmadamente.


    Había llegado junto al coche. Joe la dejó en el suelo, abrió la puerta del copiloto e hizo un gesto para que entrara y se sentara


    —Es verdad, fuiste tú —asintió ______, sonriéndole con malicia mientras tomaba asiento.


    Joe le cerró la puerta de un golpe y rodeó el vehículo. Cuando se sentó junto a ella, hubo una muda violencia en el modo en que rugió el coche blanco al arrancarlo, en cómo se alejó de un volantazo de la acera, y en cómo bajó la calle principal a toda velocidad.


    —_______, no puedo creer que estuvieras dispuesta a pagar dinero por ver a unos cuantos tipos quitarse la ropa —masculló.
    —Me parece más divertido que dejarles que me quiten la mía —contestó ella con humor—. Y creo que tú debes opinar lo mismo cuando te pones histérico cada vez que intento tener una cita con un hombre con un mínimo de experiencia.


    Joe frunció el ceño. Era verdad. Le ponía furioso la idea de que un hombre pudiera aprovecharse de _______.
    No quería que la tocaran.


    —Ya puedes jurarlo. Si un hombre tratara de desabrocharte un solo botón, le daría una paliza.
    — ¡Mi pobre futuro marido! —suspiró _______—. No quiero ni pensarlo. Imagínatelo, llamando a la policía en nuestra noche de bodas...
    —Eres demasiado joven como para hablar siquiera de casarte —repuso Joe.
    —Dentro de tres meses cumpliré los veintiuno. Esa es la edad que tenía mi madre cuando me tuvo a mí —le recordó la joven.
     
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